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Los 'hackatones' legales: paradigma de la nueva forma de trabajar de los abogados

“Ha sido una experiencia estupenda y muy recomendable. Utilizar metodología ágil en un entorno abierto de innovación, nos muestra que hay diferentes formas de abordar los problemas cuando trabajas con equipos multidisciplinares y dispersos geográficamente” (Sonia).

 "Participar en el hackaton ha superado todas mis expectativas. Abordar los nuevos retos legales desde una perspectiva innovadora, pudiendo trabajar con compañeros de otras oficinas y de áreas tan dispares de un modo cercano gracias a las nuevas tecnologías, ha sido de lo más enriquecedor" (Julia).

Las frases citadas resumen la opinión generalizada de los doce miembros del equipo de Garrigues que han participado en el último Global Legal Hackaton, coorganizado por FT Innovative Lawyers y la consultora RSG Consulting, que buscaba potenciar el talento y la creatividad de la industria legal con el objetivo de innovar en la búsqueda de soluciones a los desafíos legales más apremiantes planteados por la crisis global del COVID-19. Los tres anteriores hackatones legales globales habían sido presenciales y este era el primero que se hacía íntegramente online.  

La respuesta a la invitación ha sido abrumadora: más de 2.500 participantes de 220 despachos y otras organizaciones ubicadas en 70 países, han planteado casi 300 retos durante las cuatro semanas que ha durado el evento, que terminó el 22 de mayo. Los proyectos finalmente admitidos se pueden consultar en este enlace. Muchas veces se acusa al sector legal de ser poco innovador pero las ideas presentadas demuestran que las cosas están cambiando.

MyGform es el proyecto presentado por el equipo de Garrigues, formado por abogados, ingenieros, economistas, periodistas y expertos en marketing y diseño. La idea de la que partimos era que, en un mundo pos-COVID, se nos va a requerir que aportemos información personal y profesional en múltiples situaciones: información médica o de sintomatología, de número y fechas de pruebas de coronavirus, de actividades de riesgo-contagio, de movimientos en los últimos meses… Esos datos vamos a tener que facilitarlos cuando por ejemplo visitemos a un cliente en su oficina, para manejar nuestra relación con proveedores, para la prestación de servicios, en proyectos de colaboración con terceros, en la contratación de personal e incluso en otros temas más personales que profesionales, como alojarse en un hotel, acudir a un restaurante, apuntarse a un gimnasio o comprar una casa.  

El objetivo que nos fijamos era diseñar un estándar con todas las garantías jurídicas, en el que el dueño de la información es el individuo y es él o ella quién decide qué tipo de datos y cómo quiere compartirlos. Con ello se gana en seguridad, agilidad y trazabilidad porque la solución permite saber a quién y cuándo has facilitado la información. En esta presentación y video explicativo se pueden encontrar todos los detalles de MyGform. 

Como destaca el artículo en el que Financial Times se hace eco del proyecto, pasar de un concepto a algo tangible en un tiempo tan corto, es complicado. La transición desde la idea inicial hasta su desarrollo completo en una presentación que recoja sus principales características es un proceso difícil para los abogados porque supone consensuar múltiples decisiones sobre aspectos que no son nuestra especialidad: diseño de la app, análisis y valoración de soluciones similares, modelo de negocio, nombre y slogan del producto, cuestiones de usabilidad, prototipado, mensajes a incluir en el video explicativo y un largo etcétera. Hemos dedicado mucho más tiempo a esas labores que a los aspectos legales… 

Y eso ha sido precisamente lo más enriquecedor del desafío: trabajar como un equipo (con la dificultad añadida de hacerlo en remoto), utilizando las herramientas que mejor nos encajaban para cada tarea y, sobre todo, enriqueciéndonos cada uno con los conocimientos de los otros. El Departamento de Intangibles de Garrigues ha jugado un papel fundamental para la visualización de los avances que íbamos consolidando. También se ha implicado nuestro CIO para orientarnos en los aspectos técnicos. 

En resumen, el proyecto nos ha permitido desarrollar una idea en un entorno controlado (un sandbox, ahora que está de moda el término), en el que hemos podido probar nuevas herramientas colaborativas y trabajar siguiendo los postulados de las metodologías ágiles y del legal design. A innovar se aprende probando y actuando y los hackatones son marcos inmejorables para desarrollar las capacidades que, cada vez más, los clientes demandan de los abogados.