La nueva financiación
La financiación del crecimiento es probablemente una de las decisiones más estratégicas a las que una compañía se enfrenta a lo largo de su vida. Hasta hace poco la disyuntiva, al menos para las pymes, era, o la entrada de más capital –en definitiva, de nuevos socios-, o el endeudamiento bancario, siendo el acceso a instrumentos de deuda (bonos, obligaciones, pagarés, etc.) algo reservado a las grandes compañías, por razones de mercado y coste, así como por restricciones regulatorias.
Pues bien, la mejora de las condiciones de mercado financiero, el creciente interés de los mercados internacionales por el riesgo español y las sucesivas reformas que están siendo acometidas están fomentando la aparición de nuevos actores privados en el mercado de deuda que pueden cubrir las necesidades de financiación de nuestras empresas de forma alternativa, o muchas veces complementaria, a la bancaria. La tipología de este tipo de fondos –que son muy activos en países de nuestro entorno con un mayor grado de desintermediación financiera- es variada, tanto por la naturaleza de la financiación que prestan -en cuanto a plazo, forma de amortización, garantías, precio o rango de la deuda- como por los sectores y el tamaño de empresas a los que van dirigidos.
La principal ventaja de los fondos privados de deuda especializados en el llamado direct lending (financiación directa) es su capacidad de asumir un mayor riesgo, pudiendo incrementar el límite de endeudamiento -generalmente definido en términos de múltiplos de ebitda- y llegando más allá de a donde la financiación bancaria, por sus limitaciones regulatorias, puede llegar. También se destaca su flexibilidad para acomodarse a los planes de crecimiento, evolución y previsiones de cash flow de la prestataria.
Como contrapartida, el coste de este tipo de financiación es normalmente superior al bancario, pese a que en los últimos meses aquel se ha visto sustancialmente reducido. No obstante, la cuestión del coste es algo que debe valorarse con la suficiente perspectiva, sobre todo si la financiación obtenida por esta vía permite a la compañía desarrollar líneas de negocio con altas rentabilidades esperadas, a las que no tendría acceso bajo un esquema de financiación tradicional.
Probablemente resulte poco realista pensar que en el futuro esta forma de financiación sustituirá a la deuda bancaria, pero sí parece claro que la estructura del balance de las empresas –principalmente aquellas inmersas en procesos de adquisición o crecimiento- incorporará con mayor frecuencia un componente de deuda no bancaria. Merece desde luego la pena valorar el interés para la empresa de este tipo de instrumentos y cuáles son los más idóneos en atención a sus condiciones económicas y legales.
Profesional de contacto