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Las dos caras de la reforma

 | Expansión
Ricardo Gómez-Barreda García (senior partner, socio del dpto. Fiscal Madrid)

El Gobierno ha decidido cumplir su promesa de reducir las tarifas del IRPF tan pronto como la situación presupuestaria lo permitiera, y la nueva tarifa para el ejercicio en curso nos acerca a los tipos “finales”, cuya entrada en vigor quedó diferida al año 2016 en la reforma aprobada el pasado año. Es un paso pequeño pero que tiene la virtud de mostrar que tan pronto como ha sido posible se avanza en la dirección programática.

Bienvenido sea el adelanto. Sin embargo, la tarifa del IRPF todavía queda lejos de niveles aceptables, con un tipo marginal (46%/45%) que permanece claramente por encima de la media de los países de la UE (38,5% en 2013), y que además entra en juego cuando la base imponible supera los 60.000 euros, que es un umbral muy bajo. Reforma tras reforma, el IRPF mantiene su elevada progresividad (que se proyecta machaconamente sobre los rendimientos del trabajo y de las actividades profesionales) como queda acreditado cuando se revisa el reparto de cuotas efectivas por tramos de renta.

Con los datos del ejercicio 2013, que no cambiarán sustancialmente con la reforma, sobre un total de 19,2 millones de declarantes, el 3% del total de declarantes que más declaran (base imponible superior a 60.000 euros), paga el 31,7% del total de la recaudación del impuesto. En la banda baja, el 67% de los declarantes, que declaran una base imponible inferior a 21.000 euros, ingresan en total el 14,2% de la recaudación, con tipos impositivos medios inferiores a 12%, y en muchos casos con tipo cero. Quiere esto decir que a las dos terceras partes de los declarantes les podría afectar más la variación del tipo de IVA que la del IRPF.

Pero hay otro aspecto fundamental a considerar. La reforma aprobada en 2014 no se limitó a los tipos, sino que se orientó también, y de forma prioritaria, a la ampliación de las bases imponibles, como se manifestó en la rebaja de las exenciones por despido, en los topes a los rendimientos irregulares y a las dotaciones a planes de pensiones, en la eliminación de la exención de los 1.500 euros de dividendos y en otras medidas. Pues bien, el IRPF de 2015 es un impuesto que queda cercano a los tipos marginales de 2011, pero que incrementa el gravamen efectivo por la ampliación de la base imponible, y esto nos deja lejos del proyecto programático de bases amplias y tipos reducidos. Queda mucho trayecto para llegar al IRPF prometido.