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Mandela, un líder, una marca

 | Diario de Navarra
Maitane Ansa Arizcuren

El reciente fallecimiento del líder sudafricano Nelson Mandela ha sacado nuevamente a la palestra la disputa que sus ahora herederos mantenían desde hace tiempo sobre el destino de los bienes del expresidente.

 

Si bien no ha extrañado el conflicto sobre el patrimonio del líder sudafricano -por ser desgraciadamente habitual en empresas familiares y grandes fortunas- el mismo ha sido cubierto con especial interés por los medios de comunicación por el hecho de que, al parecer, no han sido los bienes inmuebles o el capital financiero de Mandela el principal motivo de la disputa, sino que el conflicto se habría originado por las marcas que el líder sudafricano habría inscrito en registros de todo el mundo a lo largo de los últimos años.

Los gestos de dolor que se han sucedido en todas las partes del globo tras su fallecimiento y la concurrida asistencia al funeral celebrado la pasada semana en Johannesburgo nos han demostrado que Nelson Mandela no sólo era un líder de reconocimiento mundial, sino que desde su liberación en 1990 se ha convertido en un icono global, tan reconocible para el consumidor medio como muchas de las grandes marcas internacionales.

Del carácter icónico del expresidente fueron ya conscientes desde mediados de la década de los noventa una multitud de empresarios que comenzaron a hacer uso indebidamente de su nombre y su imagen para comercializar una infinidad de productos: desde camisetas, posters y libros, hasta dentífricos y manteles.

Precisamente debido al continuo uso ilícito de los símbolos relacionados con él -y en especial por varios casos de estafas- Nelson Mandela se vio obligado a registrar en los últimos años hasta 60 marcas relacionadas con su persona.

Como es habitual en este tipo de asuntos, dado que el líder sudafricano ha querido obtener una protección completa frente a las injerencias de terceros, entre las marcas registradas no sólo se encuentran las que podrían resultar más evidentes como “Nelson Mandela”, “Mandela” o “Madiba”, sino que han sido también inscritos diversos símbolos y logotipos estrechamente unidos a él y a sus fundaciones, entre los cuales cabe destacar los relacionados con el famoso número 46664, correspondiente a los dígitos que identificaban al líder sudafricano durante los años que fue encarcelado en la prisión de la Isla de Robben.

La labor de registro de marcas que llevó a cabo Nelson Mandela -al igual que sucede en el ámbito empresarial- le permitió proteger su imagen a fin de que la misma no fuera asociada a productos o servicios que podían resultar dañinos para su reputación o la de aquellas fundaciones que llevan su nombre.

Sin embargo, la defensa de la marca no se limita únicamente al registro de la misma. Dado que las autoridades marcarias no actúan de oficio ante una vulneración de los derechos del titular de la marca en el mercado, es necesario que dicho titular realice un estricto seguimiento de los sectores económicos en los que opera, y denuncie ante las autoridades competentes las vulneraciones detectadas, a fin de que la protección de la marca resulte realmente efectiva.

Así, si bien la inscripción de las marcas facilitó la lucha contra el uso fraudulento de los nombres y símbolos del expresidente sudafricano, ello no impidió que en sus último años de vida Nelson Mandela tuviera que iniciar una importante cantidad de disputas legales dirigidas a obtener el cese del uso de aquellos símbolos que vulneraban sus derechos marcarios y que estaban siendo utilizados por terceros no autorizados con el fin de aprovechar el prestigio de Mandela para la comercialización de sus productos.

En cualquier caso, debe ponerse de manifiesto que la inscripción de la marca no sólo ofrece protección al titular de la misma, sino que genera también importantes oportunidades económicas, siendo presumiblemente esta circunstancia lo que ha generado el actual conflicto entre los herederos del estadista sudafricano.

El registro de la marca convierte una mera denominación, o símbolo, en un activo que puede ser objeto de una gran variedad de negocios jurídicos (transmisión, pignoración, cesión…), de los que pueden derivar importantísimos ingresos. Ingresos que, sin duda, se multiplican en el caso de aquellas marcas especialmente renombradas como sucede con las relacionadas con Nelson Mandela.

Es precisamente esta capacidad de las marcas de generar ingresos lo que lleva a que las mismas puedan convertirse, como ha sucedido en este caso, en el bien más codiciado de una herencia, o en el activo más importante de la empresa, y por tanto en un bien que debe ser protegido con celo.