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Marco para la inversión y oportunidades en Perú

 | Moneda Única
Álvaro Valle de Alvear

Perú ha registrado un crecimiento anual superior al 6% en la última década. El enorme progreso de la economía peruana se ha cimentado fundamentalmente sobre la inversión privada y la continuidad de las políticas macroeconómicas, mantenidas a través de los años a pesar de los sucesivos cambios de gobierno. El libre mercado, el reconocimiento de la iniciativa privada, la apertura a la inversión internacional y la estabilidad del tipo de cambio se han consolidado como principios orientadores de la economía.

 

Perú es miembro de las principales instituciones multilaterales (FMI, BM, OMC, BID, CAF), pertenece a la Comunidad Andina de Naciones y tiene firmados buen número de acuerdos de libre comercio, entre ellos con la Unión Europea. Merece mención especial la Alianza del Pacífico, formada por México, Colombia, Chile y Perú, que en menos de tres años de vida se ha convertido en el mercado regional más integrado de Latinoamérica.

Desde los años noventa el impulso económico se ha apoyado en la voluntad de creación de un marco jurídico estable que favorezca la inversión internacional. Así, se establece el principio de no discriminación y trato nacional a las inversiones extranjeras, el respeto a la propiedad privada y la libertad de comercio, de exportación e importación. Las inversiones no precisan autorización, quedando sólo quedan sujetas a registro posterior a su realización. Se pueden adquirir libremente acciones en empresas locales y no se impone una presencia mínima de accionistas nacionales en sociedades. Tampoco existen limitaciones a la repatriación de capitales y dividendos y no existen sectores vedados al capital extranjero. En cuanto al rol del Estado, éste puede realizar actividad empresarial sólo subsidiariamente, y en la contratación con el Estado se puede recurrir al arbitraje internacional.

Existen además mecanismos especiales para incentivar la inversión, como el de recuperación anticipada del impuesto general a las ventas (IGV), que permite la devolución del impuesto pagado por importaciones o adquisiciones de bienes, servicios y contratos de construcción en la fase pre-operativa de un proyecto, aliviando la necesidad de financiación de proyectos que requieren grandes importes de inversión y períodos largos hasta su puesta en marcha.

El régimen de iniciativas privadas es otro mecanismo de interés para el desarrollo de proyectos. Permite presentar propuestas sobre recursos del Estado por iniciativa privada. Si no se presentan otros interesados, el promotor del proyecto puede adjudicárselo. De haber interesados se realizaría una licitación y la empresa que presentó la iniciativa es compensada por los gastos de preparación del expediente si no resulta ganadora.

A partir de cierto volumen de inversión, es también posible la suscripción de convenios de estabilidad jurídica, en los que, por un plazo de diez años, el Estado otorga al inversor garantías de estabilidad jurídica, como el mantenimiento del régimen del impuesto de la renta vigente al momento de suscripción del convenio, la estabilidad de los regímenes de contratación laboral o del régimen de exportaciones. Junto a estos mecanismos, existen incentivos sectoriales a la agricultura, acuicultura, centros de exportación, transformación, industria, comercialización y servicios o inversiones en la Amazonía, entre otros.

Gracias a todo ello, Perú disfruta hoy de una bonanza económica sin precedentes, con uno de los índices de riesgo país más bajos de la región, lo que ha convertido al país en uno de los países más atractivos para inversiones en Latinoamérica.

España es el primer inversor extranjero en Perú, a pesar de que la inversión española no se concentra en la minería, principal motor económico del país. La riqueza en recursos naturales de Perú hace precisamente de la minería, la pesca y la agricultura sus primeras industrias.

No obstante, muchos otros sectores presentan oportunidades de inversión, abiertas a empresas de toda tipología. Entre ellos destacan los sectores de infraestructuras, construcción, energía, telecomunicaciones, textil, turismo o sanidad. Perú precisa también fortalecer la tecnificación de sus industrias y la cualificación de sus profesionales, lo que igualmente ofrece posibilidades en tecnología, consultoría, educación, marketing o comunicación. En definitiva, los campos abiertos a inversión son amplios, en la medida en que apenas existen sectores económicos verdaderamente consolidados.

Perú afronta el reto de mantener y estabilizar el crecimiento, reduciendo su dependencia del precio de metales y materias primas, diversificando su economía y mejorando el desarrollo social. Para ello, el gobierno peruano pretende acometer reformas como la del sistema tributario, el sistema de pensiones o el mercado de capitales. Igualmente, consciente de la importancia de la inversión extranjera para cumplir estos objetivos, se esperan otras mejoras como la simplificación de procedimientos administrativos y agilización de plazos o el fomento del régimen de iniciativas privadas, que deberían contribuir a favorecer la inversión en los próximos años.