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Teoría de los contratos

 | Sur
Rafael Paniza Mendoza (socio del dpto. Mercantil Málaga)

Como todos sabemos, gran parte de la vida económica (e incluso personal) se encuentra condicionada por contratos. Al fin y al cabo, la propiedad, el matrimonio, el arrendamiento, la compraventa, etc., son contratos que todos los días se suscriben y fundamentan la base jurídica de nuestra economía y relaciones con la propiedad.

Junto a estos contratos, otro tipo de relaciones y contratos tienen gran importancia en la evolución de nuestros negocios. Se trata de las relaciones de agencia. Las relaciones de agencia se producen cuando una persona o un grupo de personas (los accionistas o socios de una sociedad, el titular de un bien a un agente encargado de su venta, un comercial representante de una marca, etc.) encarga a un tercero que gestione sus intereses.

Tradicionalmente, a la hora de plantear estos contratos, nos centramos en los aspectos más evidentes: que el contrato contemple claramente las pretensiones de las partes y que se ajuste a lo establecido legalmente.

Recientemente los economistas Oliver Hart y Bengt Holmstrom han recibido el Premio Nobel de Economía por sus trabajos en la ‘teoría de los contratos’. Estos profesores han dedicado gran parte de su vida profesional al estudio de cómo se puede mejorar la eficiencia de los contratos. Para ello, y adicionalmente a los recursos meramente legales, han profundizado en cómo configurar los contratos para que, gracias a ello, supongan un incentivo adecuado para su mayor eficiencia y cumplimiento. Déjenme que les ponga un ejemplo: en los contratos de seguros, una compañía no se comprometerá a reintegrar todo el valor de una casa o un coche. La explicación a esta fórmula es que, si fuera así, nunca nos importaría si se quema la casa o roban el coche, y no tendríamos incentivos para poner cuidado. En resumen, cuando redactamos un contrato no solo hay que poner atención en la corrección de los términos del mismo o en la regulación aplicable, sino que hay que procurar que se den los incentivos adecuados al cumplimiento y, de esta forma, mejorar la eficiencia (equilibrio) del contrato.

En esta línea, y con respecto a las ‘relaciones de agencia’ el trabajo de los flamantes ganadores del Premio Nobel ha sido muy relevante en el diseño del mecanismos de buen gobierno corporativo, profundizado en el sistema de compensaciones de los directivos de las grandes empresas para favorecer la maximización de los intereses de sus accionistas frente a sus propios intereses personales.