Infraestructuras, exportaciones e intercambios comerciales: tres aspectos a los que las empresas deben estar atentas durante la presidencia de Biden
La llegada de Biden a la Casa Blanca trae consigo incertidumbres, pero también oportunidades para las empresas, incluidas las españolas.
El pasado día 20 de enero se celebró (en un ambiente enrarecido por los acontecimientos de las semanas anteriores) el juramento del 46 presidente de los Estados Unidos de América. Desde el mismo momento en que se conoció el resultado de las elecciones, se empezaron a barajar las diversas cuestiones a las que su gabinete se iba a enfrentar, poniendo en sus miembros una suerte de fe ciega tanto en el ámbito social, como económico, institucional o de relaciones internacionales.
Además de los asuntos habituales para cualquiera de sus antecesores, Joe Biden tiene que gestionar la pandemia y todos sus efectos que, en algunos casos, son nuevos y, en otros, son profundos agravamientos de los problemas ya existentes.
Podríamos clasificar en diferentes aspectos las tareas que la administración Biden tiene encomendadas: desafíos relacionados con la pandemia tanto de orden sanitario como económico y social, redefinición de las relaciones internacionales, reconstrucción de la unidad del país, el cambio climático o cuestiones para desterrar el racismo existente en algunas esferas de la vida de Estados Unidos.
Comenzando por aquellos asuntos de carácter quizá más urgente hay que señalar la expansión del COVID-19 en el país, que acumula ya más de 400.000 muertes por esta causa.
Estados Unidos es uno de los países más afectados por la pandemia, con la circunstancia añadida de que los estados de la Unión tienen una gran autonomía en la aplicación de medidas para su control. Por eso, Nueva York ha sido, hasta ahora, uno de los estados menos afectados y, sin embargo, California, Texas o Florida se encuentran en el extremo contrario.
En esta última ola, el impacto sanitario ha crecido de forma exponencial y, de forma acumulada, el paro se ha incrementado hasta cerca del 7%, que en España puede parecer una cifra más que aceptable, pero en EE.UU. supone haberlo multiplicado por tres.
Por todo esto, una de las primeras medidas que intenta implantar Biden es la aprobación, en las cámaras, de un paquete de estímulos cifrado en 450 mil millones de dólares dirigidos a reducir los déficits presupuestarios de estados y municipios, a compra de vacunas, investigación sobre COVID-19, ayudas al cuidado de niños, compra y distribución de equipos de protección personal, test, seguimiento de contagiados y contactos, ampliar el programa de préstamos a pequeños negocios y una ayuda directa de 1.400 dólares a personas necesitadas (de forma similar a cómo se hizo en 2020, ingresándola directamente en la cuenta bancaria de esas personas)
Si bien Biden cuenta con mayoría demócrata en ambas cámaras, esta es muy ajustada y para conseguir la aprobación de cualquier medida, tendrá que hacer uso de su capacidad para negociar “across the aisle” (con ambos partidos) para no poner en riesgo su adopción. Hay que tener en cuenta que no siempre se respeta la disciplina de voto en Estados Unidos. Esta capacidad de Biden para negociar se le reconoce desde que la ha venido utilizando como senador, y la va a necesitar en muchos otros aspectos de su mandato.
La nueva administración encara también una serie de cuestiones con origen en la ideología demócrata o en la intención de revertir las actuaciones de la administración Trump, que son de suma importancia.
En el ámbito económico social, pretende expandir y financiar suficientemente el Obamacare o sistema de salud pública generalizado y aumentar el salario mínimo.
En la esfera medioambiental, ya ha anunciado la vuelta al Acuerdo de París y se va a centrar en las energías verdes prohibiendo la extracción de combustibles fósiles en suelo federal o la construcción de determinados oleoductos que cruzarían el país.
Para todo ello, se producirá una necesidad de recursos públicos que será parcialmente cubierta con la reversión de la reducción de impuestos que estableció Trump y un incremento adicional de los mismos.
Donde, probablemente, se puede notar un mayor efecto de la nueva administración y de signo positivo para Europa será en la nueva política internacional, tanto institucional como comercial. Se espera un nuevo acercamiento a Europa sin olvidar a sus “primos” británicos tras el Brexit así como una relación menos amistosa con Rusia y de guante de seda y puño de hierro con China.
Por último, pero no por ello menos importante, Biden promete políticas para favorecer la igualdad de género y racial en Estados Unidos. Algo que se ha visto muy afectado durante los pasados años y, sobre todo en 2020. Por ello, no extraña que su vicepresidenta sea mujer y afroamericana o que los nombramientos que se están produciendo estos días incluyan varios latinos e incluso personas trans. Para reafirmarse, acaba de aprobar la vuelta al posible ingreso en las fuerzas armadas de estas últimas.
¿Cómo afectará a las empresas?
Como siempre que se produce un cambio político o social (y en este caso, tenemos ambos) aparecen incertidumbres, pero también oportunidades. Desde una perspectiva del empresariado español, hay al menos tres aspectos importantes que generan esperanza.
En primer lugar, Biden no se ha pronunciado sobre el ambicioso plan de infraestructuras que anunció Trump. Si este se mantiene, a pesar de no contar con el suficiente apoyo financiero, supone una gran posibilidad de negocio para nuestras empresas en el sector.
En segundo lugar, hay que esperar a ver si se reduce la escalada arancelaria provocada por los casos Airbus y Boeing en ambos lados del Atlántico. Si esto fuera así, podría suponer un empujón a muchas de nuestras exportaciones, especialmente en el sector de alimentación.
Finalmente, y con carácter general, la prevista mejora de las relaciones de todo tipo entre Estados Unidos y la Unión Europea debería traer un incremento en los intercambios económicos entre ambos.
Cualquier iniciativa que pueda generar empleo y riqueza, aunque venga del exterior, será muy bienvenida en Estados Unidos en los próximos meses y años. Será labor de los asesores y abogados estar atentos junto a los empresarios y ayudarles en el acceso a esas oportunidades.
En resumen, son muchos y muy complejos los retos a los que se enfrenta. Por eso, y por todo lo que algunos de ellos implican para Europa y España, le deseamos mucha suerte Sr. Biden.